El impuesto sobre bienes inmuebles (I.B.I.), como su nombre indica, grava la titularidad que tengamos sobre los inmuebles, incluyendo tanto los de naturaleza urbana como los rurales y rústicos.
Es uno de los impuestos más extendido junto con el de IVA y el IRPF.
Curiosamente, se ha incrementado en los últimos años, al mismo tiempo que caía el valor de las propiedades.
Para su cálculo se recurre fundamentalmente al catastro como fuente de información de las titularidades y características tales como superficies, tipos de uso, etc.